Tonda Gossa.
Bueno, ahora no tardé tanto en escribir, así que supongo que no pueden quejarse. Procuraré escribir más seguido.
Les contaré un par de anécdotas que me ocurrieron la semana pasada, sólo para que tengan algo precioso que leer.
Todos tenemos rutinas, pueden ser de lo más locas, o de lo más normales.... pero todos las tenemos. Te levantas, haces lo tuyo en el orden en que estás acostumbrado, lo terminas, empiezas otra cosa... todo en el mismo orden, todos los días, suena aburrido, pero nuestras vidas no serían lo mismo si no tuvieran cierto orden. Los patrones de algunas rutinas se repiten todos los días, en algunos casos es semanal, en otros mensual, y puede haber el caso en que sean anuales... pueden no sentirse, pero nuestras vidas son ciclos repetitivos, a éso estamos acostumbrados y se siente extraño cuando violamos el ciclo. La semana pasada, creo que mi rutina se rompió por un instante.
Un amigo me había invitado a que lo acompañara en una de sus sesiones de entrenamiento (él es el entrenador de un equipo de volleyball femenil) para llevar a cabo una serie de experimentos cuyo propósito y sentido no tendría caso mencionar aqui. Me citó en el Centro, el corazón de la ciudad de Mérida.
Normalemente suelo viajar en mi coche, pero para ir al centro, realmente prefiero usar el transporte público... Así no tengo que preocuparme por el tráfico, los peatones imprudentes, las calles cerradas por bicirrutas y, sobre todo, lugares para estacioanrse.
Estaba nublado, con seguridad llovería.... tomando en consideración mi suerte, me llovería encima y antes de poder abordar el camión. De todos modos corrí mis riesgos y caminé hacia la parada (dicen que uno no consigue en la vida cosas que valgan la pena si no ha corrido riesgos para obtenerlas).
El cielo estaba completamente gris, soplaba un fuerte viento que volaba todas las hojas de los árboles, el aire ya olía a precipitación pluvial... pero, oh sorpresa, el camión llegó a tiempo y logré abordarlo sin que me callera encima una sola gota de lluvia.... yey por mí.
Me subí, pagué con mi moneda, pero el chofer me lanzó una mirada fria y penetrante.... sólo podía ser por una cosa... "¿Ya subió la tarifa?", le pregunté, un poco molesto por conocer ya la respuesta. Su mirada se dirigía al descarado letrero que tenía el "$5" tachado con un marcador barato y al lado decía "$6"... ¿qué le vamos a hacer?, si no te gusta, no te subes... y te mojas. Pagué el peso extra, al chofer no le alegró que no sonriera al hacerlo, pero lo siento, no merecía una sonrisa, ni una falsa.
Me senté. No estaba tan mal, lo único que tenía que hacer era esperar un tiempo y llegaría a mi destino. En un rato comenzó a llover, las ventanas se empaparon, el agua goteaba del techo mal cerrado y entraba por las grietas en las paredes baratas... no importaba, vencí a la lluvia y no logró alcanzarme.
El camión hizo otra parada, se subieron algunas personas más, igual de indignadas por el aumento en la tarifa, pero pagaron con igual resignación. No es culpa del chofer, él tampoco se alegra de tener pasajeros molestos. Movió la palanca gigante, pisó el colosal pedal del camión.. pero no arrancó. Nos quedamos sentados un momento, sin saber qué hacer o qué decir... el camión no parecía moverse, y ciertamente no queríamos bajarnos en medio de tal tormenta.
Sin embargo, al final las cosas son como tienen que ser, el chofer nos pidió que nos bajáramos, que con nuestro boleto podríamos abordar pronto otro camión.... y ahi estábamos, todos los pasajeros, parados debajo de la lluvia, molestos, tristes, estresados, lo que quieran, combinen todas las emociones negativas del mundo y pónganlas bajo la lluvia. Ahora éramos como una familia, juntos en las malas y protegiéndonos del agua y el frio con lo poco de nuestro calor corporal.
Pronto llegó otro camión, el chofer lo detuvo con sus ademanes mágicos de camionero y lo abordamos rápidamente, mostramos nuestros boletos al bigotudo chofer, quien nos dejó entrar mientras nos miraba con desaprobación... como si fuera nuestra culpa y estuviéramos encantados de cambiarnos de camión.
Tuve la fortuna de poder sentarme cerca del chofer, todo el camino le oí quejarse del transbordo, como sus pasajeros se habían duplicado y ahora ya no alcanzaba ni una mosca en su camión. No le daba mucha risa.. pero bueno, siempre podría ser peor, al menos él no tendría que bajarse a enfrentar la tormenta.
El camión llegó al Centro, "Downtown Mérida" como leían las inumerables casas de cambio del camino. Mi parada era la última, así que tuve el placer de acompañar al mostachudo chofer todo el viaje.
Me bajé y comencé a caminar. La lluvia ya no era tan fuerte, pero de todos modos ya no me importaba, ya estaba empapado.
En el camino (o más bien, "al otro lado del camino", pero no importa) decidí pasar al Teatro Peón Contreras. Hace algunos días había visto que ahí tenían una interesante máquina de libros y quería ver si aún estaba en servicio. Se trataba de una máquina expendedora de libros... quizá sea más común de lo que pienso, pero la idea me pareció interesante. Se me ocurrió que deberían ponerlas en tooooooodos lados.. sobre todo en los pasillos de las universidades, estaciones de trenes o autobuses, aeropuertos, cafés, plazas, no sé... en cualquier lado. Por treinta pesos podrías tener un libro corto y rápido para matar algún rato, mientras esperas para hacer algún trámite en el IMSS o algún tiempo libre entre clases.... Pero claro, la gente no lee, y preferiría mil veces comprar dulces, como me recordaron más tarde, al compartir emocionado mi idea con otros seres humanos... así que.. sí... el mundo me deprime.... :(
En fin, no me tomó mucho tiempo llegar, y ahi seguía, esperándome... abriendo su pequeña e inocente boquita, esperando a que depositara mis $30, digitara el código apropiado y me llevara a casa un pequeño y coqueto libro. ¿Cómo decirle que no? lo hice casi en seguida.
Contemplé la lista de libros, por supuesto no tenía dentro bestsellers como Crepúsculo, El Código Da Vinci o Harry Potter, eran libros de autores locales, para promoverlos, supongo. De todos ellos, aquél que llamó mi atención fue el pequeño 55 de la esquina, "Pulpo en su Tinta y Otras Maneras de Morir"... se supone que eran una serie de cuentos y escritos cortos. Sonaba prometedor, "55" y el libro es ahora mío. Luego podré decirles qué tal está, por ahora no lo he terminado, es corto pero quiero que me dure.
En fin, después de éso, salí con el libro en las manos y me dirigí a la facultad en donde se llevaría a cabo el dichoso entrenamiento al que había sido invitado. El resto del día no fue tan interesante, así que la historia termina aqui.
Bueno, ahora no tardé tanto en escribir, así que supongo que no pueden quejarse. Procuraré escribir más seguido.
Les contaré un par de anécdotas que me ocurrieron la semana pasada, sólo para que tengan algo precioso que leer.
Todos tenemos rutinas, pueden ser de lo más locas, o de lo más normales.... pero todos las tenemos. Te levantas, haces lo tuyo en el orden en que estás acostumbrado, lo terminas, empiezas otra cosa... todo en el mismo orden, todos los días, suena aburrido, pero nuestras vidas no serían lo mismo si no tuvieran cierto orden. Los patrones de algunas rutinas se repiten todos los días, en algunos casos es semanal, en otros mensual, y puede haber el caso en que sean anuales... pueden no sentirse, pero nuestras vidas son ciclos repetitivos, a éso estamos acostumbrados y se siente extraño cuando violamos el ciclo. La semana pasada, creo que mi rutina se rompió por un instante.
Un amigo me había invitado a que lo acompañara en una de sus sesiones de entrenamiento (él es el entrenador de un equipo de volleyball femenil) para llevar a cabo una serie de experimentos cuyo propósito y sentido no tendría caso mencionar aqui. Me citó en el Centro, el corazón de la ciudad de Mérida.
Normalemente suelo viajar en mi coche, pero para ir al centro, realmente prefiero usar el transporte público... Así no tengo que preocuparme por el tráfico, los peatones imprudentes, las calles cerradas por bicirrutas y, sobre todo, lugares para estacioanrse.
Estaba nublado, con seguridad llovería.... tomando en consideración mi suerte, me llovería encima y antes de poder abordar el camión. De todos modos corrí mis riesgos y caminé hacia la parada (dicen que uno no consigue en la vida cosas que valgan la pena si no ha corrido riesgos para obtenerlas).
El cielo estaba completamente gris, soplaba un fuerte viento que volaba todas las hojas de los árboles, el aire ya olía a precipitación pluvial... pero, oh sorpresa, el camión llegó a tiempo y logré abordarlo sin que me callera encima una sola gota de lluvia.... yey por mí.
Me subí, pagué con mi moneda, pero el chofer me lanzó una mirada fria y penetrante.... sólo podía ser por una cosa... "¿Ya subió la tarifa?", le pregunté, un poco molesto por conocer ya la respuesta. Su mirada se dirigía al descarado letrero que tenía el "$5" tachado con un marcador barato y al lado decía "$6"... ¿qué le vamos a hacer?, si no te gusta, no te subes... y te mojas. Pagué el peso extra, al chofer no le alegró que no sonriera al hacerlo, pero lo siento, no merecía una sonrisa, ni una falsa.
Me senté. No estaba tan mal, lo único que tenía que hacer era esperar un tiempo y llegaría a mi destino. En un rato comenzó a llover, las ventanas se empaparon, el agua goteaba del techo mal cerrado y entraba por las grietas en las paredes baratas... no importaba, vencí a la lluvia y no logró alcanzarme.
El camión hizo otra parada, se subieron algunas personas más, igual de indignadas por el aumento en la tarifa, pero pagaron con igual resignación. No es culpa del chofer, él tampoco se alegra de tener pasajeros molestos. Movió la palanca gigante, pisó el colosal pedal del camión.. pero no arrancó. Nos quedamos sentados un momento, sin saber qué hacer o qué decir... el camión no parecía moverse, y ciertamente no queríamos bajarnos en medio de tal tormenta.
Sin embargo, al final las cosas son como tienen que ser, el chofer nos pidió que nos bajáramos, que con nuestro boleto podríamos abordar pronto otro camión.... y ahi estábamos, todos los pasajeros, parados debajo de la lluvia, molestos, tristes, estresados, lo que quieran, combinen todas las emociones negativas del mundo y pónganlas bajo la lluvia. Ahora éramos como una familia, juntos en las malas y protegiéndonos del agua y el frio con lo poco de nuestro calor corporal.
Pronto llegó otro camión, el chofer lo detuvo con sus ademanes mágicos de camionero y lo abordamos rápidamente, mostramos nuestros boletos al bigotudo chofer, quien nos dejó entrar mientras nos miraba con desaprobación... como si fuera nuestra culpa y estuviéramos encantados de cambiarnos de camión.
Tuve la fortuna de poder sentarme cerca del chofer, todo el camino le oí quejarse del transbordo, como sus pasajeros se habían duplicado y ahora ya no alcanzaba ni una mosca en su camión. No le daba mucha risa.. pero bueno, siempre podría ser peor, al menos él no tendría que bajarse a enfrentar la tormenta.
El camión llegó al Centro, "Downtown Mérida" como leían las inumerables casas de cambio del camino. Mi parada era la última, así que tuve el placer de acompañar al mostachudo chofer todo el viaje.
Me bajé y comencé a caminar. La lluvia ya no era tan fuerte, pero de todos modos ya no me importaba, ya estaba empapado.
En el camino (o más bien, "al otro lado del camino", pero no importa) decidí pasar al Teatro Peón Contreras. Hace algunos días había visto que ahí tenían una interesante máquina de libros y quería ver si aún estaba en servicio. Se trataba de una máquina expendedora de libros... quizá sea más común de lo que pienso, pero la idea me pareció interesante. Se me ocurrió que deberían ponerlas en tooooooodos lados.. sobre todo en los pasillos de las universidades, estaciones de trenes o autobuses, aeropuertos, cafés, plazas, no sé... en cualquier lado. Por treinta pesos podrías tener un libro corto y rápido para matar algún rato, mientras esperas para hacer algún trámite en el IMSS o algún tiempo libre entre clases.... Pero claro, la gente no lee, y preferiría mil veces comprar dulces, como me recordaron más tarde, al compartir emocionado mi idea con otros seres humanos... así que.. sí... el mundo me deprime.... :(
En fin, no me tomó mucho tiempo llegar, y ahi seguía, esperándome... abriendo su pequeña e inocente boquita, esperando a que depositara mis $30, digitara el código apropiado y me llevara a casa un pequeño y coqueto libro. ¿Cómo decirle que no? lo hice casi en seguida.
Contemplé la lista de libros, por supuesto no tenía dentro bestsellers como Crepúsculo, El Código Da Vinci o Harry Potter, eran libros de autores locales, para promoverlos, supongo. De todos ellos, aquél que llamó mi atención fue el pequeño 55 de la esquina, "Pulpo en su Tinta y Otras Maneras de Morir"... se supone que eran una serie de cuentos y escritos cortos. Sonaba prometedor, "55" y el libro es ahora mío. Luego podré decirles qué tal está, por ahora no lo he terminado, es corto pero quiero que me dure.
En fin, después de éso, salí con el libro en las manos y me dirigí a la facultad en donde se llevaría a cabo el dichoso entrenamiento al que había sido invitado. El resto del día no fue tan interesante, así que la historia termina aqui.
Mírame
Heh, el garabato de hoy es interesante. No quiero decir que la inspiración me vino en un sueño, porque en realidad no fue así. Más bien... me vino en una de mis tantas noches de insomnio. Si sufren del mismo problema, sabrán que cuando cierran los ojos, en algunas ocasiones, cuando están a punto de lograr el sueño, se aparecen en la mente imágenes azarosas... como si el subconciente estuviera sometiendo al cerebro para que se apague por un rato y le deje tomar el control... como si los sueños comenzaran a tragarse a la realidad. Durante ése caótico estado en el que nada tiene sentido pero todo está en perfecto orden, apareció ésta persona. Por supuesto que yo la he caricaturizado bastante y la he adaptado a mi estilo personal.. pero el punto es, que no tengo idea de quién es. Digo, seguro sí la he visto en algún lado, y apostaría mis polainas a que la conozco (aunque sea remotamente), pero por ahora no puedo atar los cabos.
¿Quién es ésta persona?
¿Por qué me sonríe?
¿Qué quiere de mí?
¿Qué quiero yo de ella?
Y más importante aún...
¿Qué hace en mi cabeza?
En fin, si notan algún parecido con alguien que podría conocer, no duden en hacérmelo saber.
¿Quién es ésta persona?
¿Por qué me sonríe?
¿Qué quiere de mí?
¿Qué quiero yo de ella?
Y más importante aún...
¿Qué hace en mi cabeza?
En fin, si notan algún parecido con alguien que podría conocer, no duden en hacérmelo saber.
6 comentarios:
Hey que onda sergio, que envidia poder empaparse mientras se camina por el centro de la hermosa ciudad de Merida, hace casi quince años que mis pies no recorren esas calles, y mira que la ultima vez que fui me toco un tormenton mientras vagabundeaba por el centro, llegue a casa de mi tia todo mojado, jejeje lo buen oque en esos dias aun no dependia de celuar y me podia mojar bajo la lluvia con libertad.
la idea de la maquina de libros es buena, peo el negocio seria que expidiera tvnoverlar, o el ooorale, esas revistillas son las que se vendne mucho en las salidas de los imss, de las terminales de autobuses o en los puntos de tramite que hay que esperar haciendo fila.
xhaludos
Siempre resulta interesante para mi leer las entradas en tu blog.
Nada como una empapada en el centro de la ciudad, bueno almenos para mi ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, debido mas que nada a la agradable compania con la que contaba, era una noche bonita con una horrenda tormenta, y quien diria que una horrible tormenta daria lugar auna romantica noche, pero en fin eso esalgo que quiza más adelante cuente en mi propio blog.
Tambien he experimentado esas recurrentes imagenes mietras pretendo estar dormido, mas bien intento es como soñar pero sin estar dormido, solo abres los ojos y he aqui la realidad y no tienes control alguno sobre las imagenes que se presentan, pero no es un sueño, simplemente son imagenes que vienen de la nada, lo curioso es que suelen ser algo extrañas y carentes de sentido aparentemente. Aun que no he tenido estas experiencias recientemente si he soñado muchas cosas que quiero dibujar y desafortunadamente yo se claramente lo que mi subconciente trata de comunicarme, sin embargo solo lo seguire ignorando.
P.D. Creo que he escrito mas aca que en mi propio blog
Xhabyra - Sí, igual podrían vender Libro Vaquero o hasta ésas biblillas de sectas extrañas que promueven viajes astrales o eras zodiacales... ya sabes, New Age.
NaNdO- Bueno, durante la lluvia realmente estaba solo, sin nadie especial junto a mí ni en quien pensar, así que.. más que mágico fue.... mojado (sin albur).
Sí, ya había leído en otro blog la famosa máquina expendedora de libros, y claro, cosas como esas deberían haber más (optimista que uno es); ojalá y llegara uno de esos aquí en Valladolid. ¿La empapada? Uuuuhhh, yo vivo a escasas dos cuadras del centro -léase el parque principal- así que cuando llegan las nubes de tormentas, pos corro que corro hacia mis destino final...
heyyy sergiioooooo hahaha xD muy entretenidas tus anecdotas ... leeiii variaaassssss ...
ya tienes 3 lectores incluyendome hahaha muuuaaa
Juraría que la de tu dibujo es Pam en la prepa, cuando llevaba su sueter y su bufanda, pero dudo que la confundieras con alguien más.
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